martes, 8 de enero de 2013

Y Los Reyes llegaron...

          Toooodos los años la misma historia: llega la Navidad con el comercio, el bebercio, y los villancicos a todo trapo y yo no sé si es el exceso de azúcar en sangre, o el de alcohol, o el de colesterol en vena, pero una se confunde, y se confunde hasta el extremo de volver a caer en errores de Navidades pasadas. Y así, el día 5 te levantas ilusionada con ir a ver la Cabalgata, que para algo que hay en esta pequeña aldea, no nos lo vamos a perder.
 
 
Se han pasado un poco con las barbas, no?


          A la hora convenida, nos acercamos a buscar un punto en el que colocarnos en el que yo, que soy prima hermana de Frodo, pueda ver algo decentemente. Y oye, mira tú por donde, que ahí había un sitio majo, detrás de una dulce madre con su niña de un añín, su abuelo y los primos en cuestión, muy monos y formalitos ellos, todos sentados en el bordillo. Qué bonita estampa!!
          Al lado, una pareja superarreglada con una niña de anuncio, rubita, con sus tirabuzones, sus perfectos dientes blancos, sus mejillas sonrosadas y sus pestañitas kilométricas. Oyoyoyoyoy!! Que sitio tan ideal, ahí rodeada de gente de bien. Y allá que me coloco, detrás de ellos, con la sillita de la niña a mi vera. Y yo pensando: perfecto, así de este lado no me molesta nadie... JA!!!
 
 
 
          Poco a poco, aquello se va llenando y la expectación va creciendo a medida que pasan los minutos y entonces, a lo lejos, aparece la primera carroza. Y los niños que se levantan, las madres que cogen a las niñas en brazos y todo es ilusión y alegría y ... y...y... comienza la locura!!!
          La dulce madre muta en un ser mezcla de Belén Esteban y  un canguro "espidifrénico" A grito de: "CARAMELOS, CARAMELOOOOOS!!!!!"  da saltos con la niña en alto, mientras,  la ristra de primos, la corean, como si de una danza satánica se tratara.
         
          Una anciana, aprovechando el momento despiste del personal debido a los caramelos, consigue abrirse paso a codazo limpio, asegurando que hay un "huequito" a mi derecha. Y ahí se coloca muy ufana, hasta el momento en el que repara en que ha perdido a sus dos nietecillas. Entonces, la mujer, totalmente desolada porque sus niñitas no pueden ver la cabalgata, comienza a gritar para que se acerquen y entren en el" huequito" (huequito que solo existía en su imaginación, mi falta de movilidad puede dar fe de ello) Y yo, busco con la mirada a las dos pobres criaturitas y... me encuentro con dos mozas de 17 años, con un puntillo navideño que pa' qué!

          Entonces, aparecen los gigantes y yo soy incapaz de apartar la mirada de uno de ellos... No pué ser!! Maléfica!! O, mejor dicho, la hermana fea de Maléfica!! Pero, pero, pero... qué hace Maléfica en una cabalgata?? No lo sé, pero ahí viene, ahí viene, AHÍ VIEEEENEEEE!!! Y se nos echa encima, y los niños gritan  y se meten entre las piernas de la gente y el caos acampa en nuestra zona y se queda ya para siempre. Y entonces, la niña de anuncio se gira hacia su madre la "pija", hace un puchero y dice: " ME  HE CAGAO"  Y a la madre se le vuelven los ojos del revés y se aferra al bolso de Tous como si no hubiera un mañana.
Yo no traigo caramelos

          Y llegan las ocas, y los burros y las ovejas y los caballos ...y  un  cierto tufillo desasosegante... y la señora a mi lado exclama. Uy! El caballo se ha hecho caquita!!" No señora, no, ESO no es una caquita, eso una MIERDA en toda regla!!!! Pero este caballo qué ha comido??!! Qué peste!! Qué mareo!! Qué asfixia!!! Pero es que no hay nadie que vaya a recoger eso, por diorr!!! Pues no, parece ser que no, y nos quedamos con el regalico.
          En ese momento, los niños empiezan a gritar y, capitaneados por una señora prima de la loca de los gatos de Los Simpsons, se abalanzan, cual manada de hienas, sobre un grupo de payasos indefensos que hacen globos, los cuáles, sobreviven, únicamente, gracias a que detrás viene un forajido del oeste soltando billetes de dólar falsos y la manada se dispersa.
 
 



          Y, entonces, un grito sobresale sobre los demás: LOS REYES, LOS REYEEEES, QUÉ VIENEN LOS REYEEES!!! Y eso ya es un no parar, empujón va, empujón viene, Melchor lanzando caramelos a matar,  la gente tirada por el suelo, el abuelo que saca un paraguas y lo pone al revés para apañar todo lo que tenga a bien caerse dentro, los niños a punto de meterse en la boñiga, la madre pija medio desmayada, la anciana que ve un caramelo volando, calcula mal y me acaba dando un sopapo en la cara del que nadie se percata excepto la menda, of course...

          Y, cuando aún  me estoy recuperando del primer Rey, llega el segundo y la cosa empeora. Porque sí, ahora la gente conoce a sus adversarios, ya sabe cómo se las gasta el de al lado y no piensan dejar escapar ni un caramelo. Y Gaspar empieza a tirar, e intento taparme y no entrar en la lucha, pero da igual, un caramelo me acierta de lleno en el hueso de la nariz y se me saltan las lágrimas y no de emoción precisamente.
           A mi alrededor, la gente descubre que la sillita que tengo al lado es ideal para atrapar caramelos, y se abalanzan sobre ella como si estuviese llena de lingotes de oro, mientras me incrustan el agarradero entre la cuarta y la quinta costilla.
CARAMEEEEELOOOS!!!
         
 
         Por su parte, la madre mutante, decide deslumbrarnos con uno de sus poderes ocultos, y atrapa caramelos al vuelo con una mano, mientras con la otra es capaz de sujetar a la criatura, saludar a Gaspar y llamar rácano al paje que se atreva a no darle nada.

               Y cuando llega Baltasar en lo único que pienso es en que esto acabe...y pronto!!
          
          En cuanto veo que el niño disfrazado de faraón que acompaña al Rey coge el primer puñado de caramelos, me cubro con los brazos como buenamente puedo y cierro los ojos fuerte. Entonces, noto que alguien me está atravesando con la mirada, y abro los ojos un poquitín, solo para descubrir que soy el único ser vivo que queda en pie, ya que todos mis vecinos están apañando caramelos, y que el niño-faraón de siete años, tiene clavada la vista en mi, porque no entiende como oso no arrodillarme ante su presencia, como el resto de los mortales. Y me acojono. Y recojo el envoltorio vacío de un caramelo para disimular.
         
           Y cuando levanto la vista, lo único que veo son las piernas del rey colgando con sus zapatillas "nisu" después de haber sido engullido por su trono gigante, y la carroza se aleja... Y, cuando creo que todo ha acabado, recibo un tirón de la capucha del abrigo, lo que provoca que invente un paso nuevo de "breaking dance", solo porque alguien ha descubierto un caramelo olvidado en ella.

           Y así, vuelvo a casa, con la cara magullada, un par de costillas rotas, un esguince cervical y un envoltorio de caramelo vacío. Y al año siguiente, repetiremos....

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